Antropología de la Nueva Era

1. ¿Cómo concibe el hombre la Nueva Era?

Esta es una pregunta que debe responderse por ser central para la idea que el hombre tiene de sí mismo en este nuevo paradigma que se nos impone.

Partiendo de la afirmación de que “nosotros somos Dios” pues nuestra conciencia es Una con el universo, este planteamiento gnóstico que atraviesa la Nueva Era habla de una chispa divina que cada uno debe redescubrir para iniciar un viaje de transformación personal y de identificación con el UNO.

2. La Naturaleza del Hombre

¿Qué es el hombre? ¿Un ser terrenal, un ángel “que se sostiene en los cielos”, una chispa efímera de la conciencia cósmica? La profundidad del hombre y la profundidad de la realidad del mundo son, en su misma raíz, una sola y misma cosa. El “yo” más profundo en el hombre es el “Sí” y este “Sí” más profundo coincide con Dios. Ahora bien, ¿cómo llegar a este yo más profundo? Desprendiéndose del yo superficial a través de ciertas técnicas y maestros para alcanzar lo divino en lo más profundo de sí mismo.

3. El Camino Hacia el Autodescubrimiento

Lo que postula la Nueva Era es que si el hombre decide recorrer el camino hacia su interior, debe estar dispuesto a abandonar paulatinamente todas las costumbres terrenas y todo lo que le ata a este mundo. Se necesita un gran esfuerzo, continuo autocontrol y extrema autodisciplina para desarrollar las fuerzas internas, las fuerzas del alma.

El sentimiento se impone sobre la razón y la mística sobre la moral. Es una lógica del corazón, ya hemos razonado demasiado tiempo y ha llegado el momento del sentimiento y de la acción: “ama y haz lo que tu corazón te inspire”. La Nueva Era promueve un modo de pensar y actuar centrado en el “bienestar” del yo. Más aún, para la Nueva Era, el paraíso puede darse en la tierra.

4. Iluminación y Exploración Interior

Los nuevos métodos llevan a la “iluminación” que consiste en encontrar el elemento divino existente en nosotros: eso es la salvación. La nueva sabiduría está al alcance de todos gracias a las técnicas de exploración interior mediante las cuales uno puede alcanzar el misterio central de toda la realidad y fundirse en la conciencia universal para extraer de ella las energías insospechadas, la experiencia directa de lo divino.

La Nueva Era es una religiosidad desconcertante y lo importante es la propia e intransferible experiencia personal de lo “divino” que se torna vaga, imprecisa, diluida en la totalidad de lo cósmico y anímicamente espiritual y que, cada uno, buscará donde le plazca. En definitiva, se trata de una nueva concepción del hombre y del mundo fundada en prácticas antiguas reservadas a unos pocos iniciados, a una élite de iluminados. Este conocimiento no deja de ser una GNOSIS, un tipo de conocimiento que sostiene que la verdadera naturaleza de la humanidad es divina y, por eso, el hombre debe desprenderse de las limitaciones de la existencia terrenal.

5. La Visión Holística del Individuo

Asimismo, el individuo es considerado como un TODO, una totalidad en la que circulan todas las energías que circulan en el universo y también la humana porque el hombre se unifica con esa energía. Esta consideración de totalidad se corresponde con una consideración HOLÍSTICA del mundo donde todos los elementos están entrelazados de tal forma que actuar sobre uno de ellos es actuar sobre todos los demás.

Al proclamar la reconciliación consigo mismo, con los demás y con el cosmos, la Nueva Era anunciará el fin de las grandes filosofías, desde la clásica griega para quien el hombre es un animal que posee razón, pasando por toda la historia de la filosofía: medieval, racionalismo, idealismo, existencialismo, etc. Asimismo, se anuncia el fin de toda religión instituida como el cristianismo, el judaísmo y el islam.

6. Crítica a las Religiones Instituidas

Según la Nueva Era, estas religiones han supuesto intolerancia y violencia en lugar de traer la paz y la concordia que reivindicaban. En consecuencia, la Era de Acuario será la era de la ARMONÍA UNIVERSAL. En este contexto, la figura de CRISTO no es más que una energía cósmica que se encarna a lo largo de los siglos en diversas personalidades inspiradas como Moisés, Buda, Jesús y Mahoma. Según esto, el próximo CRISTO será “EL GRAN INSTRUCTOR MUNDIAL” (Cfr., Bayley, Nueva Era y Fe Cristiana, San Pablo, 1994, p. 105).

Conclusión

La Nueva Era, con su enfoque en la espiritualidad gnóstica y la búsqueda de una chispa divina interior, plantea una serie de desafíos y peligros significativos. La insistencia en que "nosotros somos Dios" puede conducir a un egocentrismo espiritual y a una desconexión de la realidad material. La visión de que el hombre debe desprenderse de todas las costumbres terrenas y el énfasis en el autocontrol y la autodisciplina extremas pueden resultar en un aislamiento del individuo y en un rechazo de las responsabilidades sociales y comunitarias.

El predominio del sentimiento sobre la razón y de la mística sobre la moral puede llevar a decisiones irracionales y a una falta de coherencia ética. Este enfoque puede desvalorizar la importancia del pensamiento crítico y del análisis racional, elementos fundamentales para una convivencia social justa y equitativa.

La idea de que la iluminación y la salvación están al alcance de todos mediante técnicas de exploración interior, aunque atractiva, puede promover una falsa esperanza y desviar a las personas de soluciones prácticas y efectivas a sus problemas. Además, la experiencia personal e intransferible de lo divino, que se torna vaga y diluida, puede resultar en una espiritualidad superficial y en una búsqueda constante de experiencias místicas sin un fundamento sólido.

El enfoque holístico, aunque integrador, puede conducir a la desestimación de la individualidad y la autonomía personal. La interconexión de todos los elementos, si no se maneja con cuidado, puede resultar en una visión determinista donde las acciones individuales pierden su significado y valor propio.

Finalmente, la crítica a las religiones establecidas, acusándolas de promover la intolerancia y la violencia, puede fomentar una actitud de rechazo absoluto hacia tradiciones y comunidades que, a pesar de sus fallos, también han contribuido de manera significativa al desarrollo ético y moral de la humanidad. La promesa de una Era de Acuario de armonía universal, sin un compromiso claro con la realidad y las complejidades del mundo actual, puede ser vista como una utopía inalcanzable que desvía los esfuerzos necesarios para enfrentar los problemas concretos de la sociedad.

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Nueva Era, Otra Visión del Mundo