Estamos perplejos ante la ideología de género
La ideología de género se ha ido imponiendo paulatinamente, casi sin darnos cuenta. Estamos sumergidas en ella y no queda otra que armarnos con un conocimiento capaz de reconocer de donde y cómo han surgido los conceptos que sostienen.
Gabriele Kuby
Autora de varios libros, periodista y conferenciante internacional, expone la verdad de toda esta corriente que nos oprime sin plegarse a los tabúes postmodernos de la corrección política.
Kuby participó en la revuelta estudiantil de 1968, formando parte del movimiento izquierdista.
Como verdadera buscadora de la verdad, se adentró por los caminos de la Nueva Era (New Age) hasta que en 1996, rezando una novena frente a un Buda, el Señor le concedió el don de la conversión a la fe católica de manos de la Virgen María, como ella misma relata en su testimonio personal.
Su libro, “La revolución sexual global (la destrucción de la libertad en nombre de la libertad)” (trad. española 2017), se caracteriza por el conocimiento minucioso de los datos y procesos seguidos por la “revolución sexual” y es realmente muy esclarecedor.
En mi opinión, y puesto que está dirigido fundamentalmente a padres, educadores y, en general, a todos los que tienen algún papel en la formación de niños y adultos, debería ser de obligada lectura, ya que nos lleva de la mano y de un modo relativamente fácil a comprender la situación socio-cultural que actualmente vivimos para disponer de unos criterios claros y definidos acerca de una ideología que se ha infiltrado en todas las áreas de la sociedad, incluida la familia.
No dejo de insistir en que hemos asumido plenamente toda una cosmovisión de la sociedad, de la familia y del hombre que se nos ha impuesto desde las mismas legislaciones, dejándonos sin capacidad de respuesta.
Si queremos hacer frente a este nuevo paradigma (visión del mundo) porque nos parece en conciencia que no solo no beneficia, sino que perjudica profundamente a los individuos y al bien común, debemos formarnos unos criterios con fundamento y este libro nos ayuda a ello.
Comprender nuestra realidad, el por qué se han impuesto unos hábitos, ciertos modos de conducta e incluso un nuevo lenguaje que choca frontalmente con los valores que décadas atrás eran válidos para la mayoría social, y hacer una profunda crítica de los postulados de esta nueva ideología es inexcusable estar formados para formar a las nuevas generaciones. Es una batalla de hoy para mañana.
Aquí presentamos unas ideas que desarrollaremos más adelante.
2. Simone de Beauvoir
“Una no nace, sino que se hace mujer” fue el anuncia a bombo y platillo de “El segundo Sexo”.
El segundo sexo, Cátedra, Madrid, 2005.
Detrás de esta afirmación, señala Kuby, hay una lógica sencilla: debido a que las mujeres están oprimidas por los hombres, las mujeres deben negar su identidad femenina para disfrutar de los mismos privilegios de los hombres. Kuby (2017, 79).
De acuerdo con la promesa de “El segundo sexo", habría llegado el momento de que las mujeres rompieran los grilletes de la opresión patriarcal, huyeran de la esclavitud de la maternidad, se realizaran mediante carreras académicas y se “dieran el gusto” de la “sexualidad liberada”. Para esto eran necesarios los anticonceptivos y el derecho al aborto.
Para Beauvoir, el embarazo es una “mutilación”, el feto un “parásito” y “nada más que carne”.
Las campañas a favour del aborto y la despenalización legal, la presión a través de la victimización de las mujeres que se veían abocadas a los abortos clandestinos, poniendo en riesgo su propia vida, fue imponiéndose en una sociedad que hasta entonces, al menos mayoritariamente, había considerado el aborto como algo moralmente rechazable.
La agenda radical feminista se fue consolidando: el rechazo a la moral sexual, el rechazo al matrimonio, la maternidad y la familia, el aborto como un derecho humano de la mujer, la carrera de la mujer como único modelo de rol y la lucha de poder contra los hombres.
El feminismo tuvo su auge en las décadas de 1970 y 1980. Después de Beauvoir llegaron Sulamit Firestone con “La dialéctica del sexo: el caso de la revolución feminista”, Betty Friedan con “La mística feminista” y Kate Millett con “Políticas sexuales”.
Estas obras se divulgaron masivamente. ¿Qué proponían?
Si la intención primaria había sido durante tiempo la lucha por la igualdad de derechos frente a los hombres y, en cierto modo, la equiparación a ellos, estas autoras van más allá: Se trata de acabar con la heterosexualidad obligada, el matrimonio entendido como la unión de hombre y mujer y la familia natural. El objetivo es destruir todas las estructuras sociales que imponen estos principios, y muy concretamente la Iglesia como la gran impositora y perpetuadora de esta cultura.
3. Judith Butler
Judith Butler, filósofa americana y principal ideóloga de lo que llegó a conocerse como “perspectiva transversal de género”, dió un paso más allá. Butler negó la importancia de la diferencia biológica de género entre el hombre y la mujer, y trabajó por su destrucción en la sociedad.
Realmente, el objetivo es la disolución de la identidad sexual. Butler autoriza un argumentario en términos filosóficos realmente complejo. Su manera de escribir hace que sea difícil de comprender, pero intentaré exponer de modo comprensible sus ideas.
Su línea de pensamiento conduce a la afirmación de que no hay dos géneros (femenino y masculino), sino muchos dependiendo de la orientación sexual de cada persona. No es que no exista la identidad, pero esta no está determinada por el hecho de ser hombre o mujer, sino por la orientación sexual de cada persona: gay, lesbiana, trans, bi, intersexual o cualquier otro tipo sexual. En definitiva, reduce la identidad humana a la libre y mutable elección de orientación sexual sin tener en cuenta realidades como la familia, la cultura o la religión.
Butler es una de las más importantes artífices de la teoría queer. ¿Qué significa este concepto? Al igual que otros conceptos como el género, la palabra queer ha experimentado algunos cambios semánticos.
Los activistas LGTBI usan la palabra queer para superar el concepto mismo de homosexualidad. QUEER es simplemente algo que no es heterosexual. Se trata de eliminar la polaridad heterosexualidad-homosexualidad en favor de la total disolución de la identidad sexual; mejor, borrar el concepto mismo de identidad sexual, pues solo de esta manera podrá superarse la hegemonía de la “heterosexualidad obligatoria”, y las personas tendrán completa libertad para inventarse a sí mismas.
En la práctica se trata de poder autodenominarse y de autopercibirse de acuerdo con el deseo de cada uno, no de modo estable y permanente, sino conforme a cómo pueda sentirse uno mismo en cada momento, situación, etc. De aquí que podamos hablar de “género fluido", ya que, efectivamente, mi percepción de mi propia identidad sexual no es inmutable, sino que puede variar en el tiempo: fluye, es fluido.
¿Qué criterio sigue esta identificación de género? Mi solo DESEO. Soy como deseo ser y como me siento ser y así me autopercibo: no depende de mi biología, ya que el ser varón o mujer, tal y como viene definido biológicamente, no determina mi género. Puedo ser lo que yo quiera ser.
Por tanto, siguiendo las premisas de Butler:
No existen cosas como “hombre” o "mujer".
El sexo es una "fantasía", algo en lo que creemos solamente porque se ha repetido a menudo.
El género no está asociado al sexo biológico, que no tiene absolutamente ningún papel, y surje solo porque es creado por el lenguaje.
La identidad es abierta y flexible. No hay un ser masculino o femenino, sino solo una cierta PERFORMANCE, es decir, el comportamiento que puede cambiar en cualquier momento.
Para Butler, y esto es una idea central de su pensamiento, el tabú del “incesto” es la causa del fantasma de la identidad de género como hombre o mujer y del tabú de la “homosexualidad”, por tanto, debe ser abolido. Con sus propias palabras